Long Island, 1951. Jackson Pollock se encuentra en el jardín de su casa y taller ante un lienzo extendido en el suelo. Antes de comenzar a trabajar se sienta en una silla y se cambia de zapatos: su calzado de batalla son unas botas salpicadas, como sus cuadros, de pintura. Una mosca se posa en el lienzo y queda atrapada en la pintura aún fresca. La reacción más común sería liberarla pero Pollock decide dejarla allí, como una salpicadura más: le gustaba incluir elementos extraños en sus cuadros como ceniza de su cigarrillo, arena o vidrio molido.

Detalle de la obra One: Number 31 (1950) de Pollock, mosca incluida. Imagen: http://www.moma.org

Pollock trabajando con arena en el jardín de su casa de Springs (Long Island) en 1949. Imagen: Martha Holmes para Life
Del mismo modo que esos “accidentes de estudio” forman parte de la obra de Pollock ¿podríamos considerar como tal sus botas manchadas de pintura? El artista no pretendía hacer de su calzado una prolongación de sus lienzos pero es curioso que sus botas acaben cubiertas de pintura, como si de alguna manera fueran parte de esas composiciones que parecen sobrepasar la superficie pictórica sin límite alguno.
La ropa y el calzado de trabajo de Pollock manchados de pintura se han convertido en objetos fetichistas y han sido fuente de inspiración para muchos diseñadores que han querido dar un toque artístico a sus creaciones tomando el expresionismo abstracto como referencia.
1. Matthew Williamson (Primavera 2001) 2. Tibi (Otoño 2010) 3. Jean Paul Gaultier (Primavera 2011) 4. Sportmax (Otoño 2014) 5. Vestido vintage de los años 50 6. Carolina de Mónaco con un vestido de Alta Costura de Christian Dior de la colección Otoño/Invierno 1984-85
Roy Halston, uno de los grandes nombres del prêt-à-porter americano de los años setenta, se inspiró directamente en los motivos abstractos de Pollock para crear en 1969 este vestido en tricot estampado. No es casual que el diseñador se fijara en uno de los artistas más importantes de la historia del arte ya que antes de dedicarse a la moda se formó en la Escuela de Arte del Institute of Art de Chicago y su relación personal y profesional con Andy Warhol es un buen ejemplo de lo bien que pueden llevarse la moda y arte.
Más recientemente, diseñadores como Christian Louboutin y Bottega Veneta han incluido en sus colecciones zapatos con un estampado que nos recuerdan a las obras de Pollock y sus botas customizadas.
Zapatos diseñados por Bottega Veneta, Jeremy Scott y el famoso modelo “Pigalle” de Christian Louboutin en su versión más artística.
Uno de los primeros artistas que experimentó con el drip painting fue el surrealista Max Ernst. Haciendo un guiño a este movimiento y a la pintura de acción, el estudio de diseño Be Nice diseñó un par de zapatos salpicados de pintura roja que ironizan de manera ¿sutil? sobre la agresividad del consumismo.
Sales Spree (2011), Be nice Studio.
La aceptación del expresionismo abstracto como movimiento artístico a comienzos de los años 50 y su aparición en los medios de masas hicieron que las drip painting de Pollock se convirtieran en bienes de consumo para una sociedad en la que imperaba el interés del mercado y en una de las tendencias de la época.
Este hecho no pasó inadvertido para el mundo de la moda y en 1951 la revista Vogue publicó una serie de fotografías realizadas por Cecil Beaton con las obras de Pollock como fondo, a modo de paneles decorativos, de unas imágenes que combinan lo mejor de la moda y el arte americanos de la época. Un año antes esa sesión de fotos, en Agosto de 1949, la revista Life había incluido un artículo con el siguiente titular: “Es Jackson Pollock el artista vivo más importante de EE.UU?”. Pollock y sus drip paintings estaban de moda, pero a lo largo de su carrera no todo fueron elogios.
Una de las fotografías de “American Fashion: The New Soft Look” realizadas por Cecil Beaton y publicadas en Vogue en Marzo de 1951. Detrás de la modelo se puede ver la obra de Pollock Autumn Rythm (Number 30)
La técnica aparentemente sencilla y la espontaneidad del trabajo del artista hicieron que surgieran voces que le acusaron de realizar obras que no tenían ningún mérito artístico. En más de una ocasión hemos escuchado la frase “Eso puede hacerlo hasta un niño” refiriéndose a ciertas obras y suele ser un motivo recurrente para hacer una parodia del arte contemporáneo. El director de “La Gran Belleza” recurre a este argumento en una de las mejores escenas de la película, impresionante por la belleza de las imágenes y terrible a la vez por la crítica que hace del mundo del arte.
Pollock defendía el valor de sus obras explicando que no eran fruto del azar: no utilizaba bocetos ni dibujos previos pero en todo momento tenía en mente la composición que quería conseguir y el movimiento que debía realizar para ello.
“Cuando pinto tengo una idea general de lo que hago. Puedo controlar el flujo de pintura: no existe nada accidental”. (Life, Agosto 1949)
Fragmento del documental “Jackson Pollock 51” que el fotógrafo alemán Hans Namuth grabó en 1950 en la casa del artista en Long Island.
Algunas de las palabras que ciertos críticos le dedicaron tras sus primeras exposiciones en la galería Betty Parsons de Nueva York incluyen expresiones como “caos”, “desintegración catártica”, “macarrones gratinados” o “maraña de pelo enredado”. Sería interesante escuchar lo que dirían esos mismo críticos de Millie Brown, una artista inglesa de 27 años que en sus performance “Muted Chronology” realiza obras abstractas ingiriendo leche coloreada y vomitándola sobre un lienzo o sobre prendas de vestir, uniendo de nuevo la pintura de acción y la moda.
Millie Brown en acción
Si pudiéramos ponernos en las botas de Pollock y saber qué piensa de todo esto…